jueves, 21 de marzo de 2013

Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena



Sinopsis:
Alice Gould es ingresada en un sanatorio mental. En su delirio, cree ser una investigadora privada a cargo de un equipo de detectives dedicados a esclarecer complicados casos. Según una carta de su médico particular, la realidad es otra: su paranoica obsesión es atentar contra la vida de su marido. La extrema inteligencia de esta mujer y su actitud aparentemente normal confundirán a los médicos hasta el punto de no saber a ciencia cierta si Alice ha sido ingresada injustamente o padece realmente un grave y peligroso trastorno psicológico.

Opinión personal:

La locura es un tema tan amplio que podrían escribirse miles de libros y siempre quedaría algo por decir, explicar, analizar. Y parece que cuánto más leemos sobre ella, más dudas dispara, sobre todo acerca de cuáles son los parámetros para definir a una persona como loca. ¿Cuántos a lo largo de la historia, que rompieron paradigmas con descubrimientos extraordinarios, fueron tratados como locos y murieron sin obtener el reconocimiento que el tiempo finalmente les entregó? ¿Es loco el que disfruta de la vida sin seguir estructuras sociales o aquel que se fija demasiado en la marca de la ropa que lleva? ¿El Quijote estaba loco porque no repetía lo mismo que la mayoría de los mortales? ¿Es la elección de la mayoría lo que marca la idea de normalidad? ¿Alice Gould está loca o no?
Cuando comenzamos a leer Los renglones torcidos de Dios lo primero que se nos viene a la cabeza es esa pregunta: ¿Está loca o se hace? ¿Actúa muy bien para lograr objetivos o perdió el juicio? ¿Cree que es quien dice ser o en realidad es una paranoica con una personalidad imaginada? Esta duda es la que nos acompañará a lo largo de toda la novela y  la misma razón por la cual no podremos despegarnos del libro.
 Alice Gould se presenta ante nosotros como una detective que, por iniciativa propia, y mediante una serie de eventos a tal fin, logra ingresar a un manicomio para investigar un crimen que quedó impune desde hace un tiempo; mediante sus meditaciones, y luego de acordar con su cliente, hijo de la víctima, ella tiene bien claro que el asesino se encuentra allí dentro; por supuesto que, gracias a sus dotes fingirá una paranoia que permitirá su ingreso a ese mundo vedado al común de los mortales. Pero, como ocurre durante toda la novela, siempre depende del ojo con que se mire; los doctores del manicomio piensan que Alice Gould se presenta como una detective, pero lejos está de serlo; no ingresó al manicomio por iniciativa propia, sino por engaño de su marido, quien, agotado ante los constantes intentos de envenenamiento por parte de su mujer, considera que lo mejor es internarla (y de paso, quedarse con su dinero) Alice en realidad es una paranoica que, para evitar ver lo que no quiere ver, se inventó una personalidad absurda. Ni la víctima ni su supuesto cliente existen.
Y en el medio quedamos nosotros, claro está, escuchando las versiones de la paciente y de los doctores, luchando para creerle a la ciencia médica, pero sabiendo que sabemos que en realidad le creemos a ella, que nuestra razón se alía con los especialistas, pero nuestro corazón y nuestra intuición se encuentran rendidos a los pies de Alice, una mujer que en nada aparenta loca, que se muestra muy inteligente, lucida, atractiva, muy seductora y que en todo momento mantiene una coherencia en su relato.
Los doctores, uno por uno, comenzarán a ponerse de su lado, a creer que no está loca, a considerar que debe salir del manicomio y a pensar en pedir la dimisión o el traslado del director del manicomio, Samuel Alvar, el principal defensor de la locura de Alice y el primer impulsor de aplicarle a ella los métodos más fuertes para curarla; y repito, en el medio de todos, nosotros, poniéndonos del lado del director por momentos, para a la página siguiente pasarnos una vez más del lado de los doctores. A esto se le suma un desfile de personajes secundarios que nos muestran un panorama claro acerca de las diversas patologías que se encuentran en un manicomio, como lo son el hombre que duerme apoyando su cabeza en una almohada invisible, la pequeña niña “oscilante” de una belleza sobrenatural, el “hombre gnomo” al que le encanta tocar traseros, el Hortelano que sufre fobia de alejamiento y al que cada vez que le dan el alta vuelve solo al manicomio porque no puede volver a su hogar; no menos memorables son “el inventor de su propio idioma”, la “onanista”, la “mujer percha” (carece de huesos) o aquél joven de aparente normalidad que sin embargo se altera ante cualquier contacto visual con el agua.
Si queréis disfrutar de un gran libro que mezcla acción, suspense, mucha psicología y buenos personajes; os invito a leerlo, no os dejará indiferentes y os mantendrá en vilo desde la primera  a la última página.
Si os animáis, ya me contareis que os parece. Disfrutarlo!!!


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